La hipnosis es un estado de relajación y consciencia especial, que según su profundidad se acerca más al sueño o la vigilia.
No se trata de una práctica esotérica ni un fenómeno paranormal. La hipnosis es la inducción de un estado de consciencia atenuada, en el cual la persona se vuelve más receptiva a los estímulos y a las sugestiones sanadoras.
La hipnosis es un estado relajación y consciencia especial, logrado con la ayuda de otra persona o autoinducido que según su profundidad se acerca más al sueño o la vigilia. Puede ayudar a enfermos con migraña, fobias, depresión, o con algunos tipos de adicciones.
Se trata de un estado en el que se hacen más accesibles las zonas profundas e inconscientes de la mente y la persona se vuelve más receptiva hacia sí misma y los demás.
En una sesión de hipnoterapia, el terapeuta suele pedir al paciente que se coloque tumbado, lo cual facilita la relajación. Para conseguir la entrada en hipnosis puede utilizar la sugestión verbal, hablando suave y tranquilamente al paciente, para crear un ambiente sin tensión ni temores.
Además de emplear algunas palabras clave, puede indicar a la persona lo amodorrada y relajada que ésta se siente. Otras opciones para inducir la hipnosis consisten en pedir al paciente que mire fijamente un objeto, hasta que sus párpados se vuelvan pesados y se cierren, o hacer que centre su atención en sus propias manos, sugiriéndole que son ligeras y «flotan».
Algunos terapeutas invitan a mirar un punto en el techo o una pequeña fuente de luz; otros utilizan un dibujo en espiral que focaliza la visión en el centro del cuadro. La sugestión, que combina estímulos visuales y verbales, prosigue hasta alcanzar el grado de trance que se desea, para aplicar el tratamiento.
Para finalizar la sesión, el terapeuta cuenta hacia atrás, indicando al paciente que vuelva a la consciencia habitual al llegar al número uno.
El estado hipnótico permite al terapeuta introducir ideas de mejora personal y de este modo provocar cambios positivos de conducta. También puede hacer que la persona recupere sus recuerdos o experimente los sentimientos que acompañaron hechos pasados.
Esta técnica permite descubrir el origen de los conflictos afectivos y la razón de una conducta nociva, o aliviar el malestar al liberarse o analizar los traumas ocultos en la mente.
Durante la hipnosis se abre la puerta, normalmente cerrada, entre las áreas consciente e inconsciente del cerebro que controlan respectivamente el intelecto y las emociones y sensaciones, para que ambas «trabajen juntas» para resolver los problemas y conflictos.
Así, la hipnosis ayuda a dejar de fumar o comer en exceso, conductas que nuestra mente consciente sabe que es algo dañino, pero nuestro mundo inconsciente nos impulsa hacer.
La hipnoterapia beneficia tanto el cuerpo como la mente, áreas en las cuales tiene múltiples aplicaciones, desde evitar el dolor en la cirugía dental o para que la mujer no sufra en el parto, o aliviar los dolor de huesos, tendones, músculos o articulaciones, hasta ayudar a tratar las alergias, asma, afonías o parálisis histérica.
Combinada con otras técnicas, la hipnosis es útil para tratar fobias, depresiones y la ansiedad, así como la falta de seguridad, el insomnio, y la conducta obsesivo-compulsiva. También ayuda resolver la bulimia y anorexia, toxicomanías y problemas sexuales, y aliviar los efectos de las quimio y radioterapias.
La hipnoterapia también es eficaz para ayudar a superar comportamientos o hábitos aprendidos que perjudican la salud, como fumar, comer o beber alcohol en exceso, o conductas no deseadas, como tartamudear, morderse las uñas, sonrojarse o experimentar tics nerviosos.
La hipnosis produce cambios definitivos porque modifica los esquemas mentales de la mente profunda. Además, al realizar nuevas maneras de reaccionar y comportarse, siendo éstas las que se desean, se obtiene la satisfacción (premio) de realizarlas, lo que las refuerza para siempre.