Cuando los recuerdos engañan

Los fallos en la memoria son más frecuentes de lo imaginado, ya que los fragmentos que construyen los recuerdos no son más que la propia percepción de la realidad en el cerebro.

Todos hemos tenido alguna vez la sensación de haber estado antes en un lugar que visitamos por primera vez. O de confundir los rostros de personas conocidas, o de estar seguros de no haber dejado las llaves allá donde sí las pusimos, o de creer que en una película decenas de veces vista tiene lugar un episodio que corresponde a otro filme. Son jugarretas que nos hace la memoria. No hay que darles demasiada importancia.

Que nos suceda este tipo de cosas con más o menos frecuencia no indica que suframos ningún trastorno ni que estemos empezando a perder facultades. Al lado de las alteraciones de la memoria provocadas por graves disfunciones cerebrales están otras que se producen en individuos perfectamente sanos, activos, razonables e inteligentes.

El habitual fenómeno del ‘déjà vu‘, tan grato para los amantes de interpretaciones paranormales y otras supercherías, es una de las trampas más frecuentes del recuerdo. Una vez ocurrido algo, estamos convencidos de que anteriormente ya lo habíamos previsto, bien en forma de sueño, bien mediante una experiencia calcada a la que entonces le concedemos un valor premonitorio.

Aunque para la ciencia sigue siendo un fenómeno inexplicable, se sabe que es el resultado de una operación de la ‘memoria implícita’ (es decir, la parte de la memoria de la que no tenemos consciencia) que reconstruye con fragmentos de realidades vividas una hipótesis plausible de experiencia, coherente pero falsa.

«La memoria no filma, la memoria fotografía», escribe Milan Kundera. Es decir, nuestros recuerdos están construidos de instantáneas, de detalles, de fogonazos muchas veces inconexos. Al combinar unos con otros no siempre la narración resultante se ajusta a la veracidad de lo acaecido, sino que elabora un nuevo relato.

Otro curioso trampantojo de la memoria es la llamada ‘criptomnesia’. Deriva de la enorme capacidad de la mente para almacenar información de todo tipo sin que seamos conscientes de ello. En un momento dado, una parte de esa información subliminal puede aflorar haciéndonos creer que se trata de una idea original, de un producto de nuestro talento o de nuestra inventiva, de un descubrimiento novedoso.

Los especialistas han llegado a explicar que detrás de algunos casos de plagio literario o artístico está la criptomnesia. Sin él saberlo, el supuesto creador está haciendo suyos versos de poetas alguna vez leídos y luego olvidados, o el músico repite melodías que oyó en la infancia, pero han sido borradas de su memoria consciente.

La literatura científica ha llegado a describir casos de criptomnesia que parecen más propios de los trucos de magia, como el de personas que escriben en lenguas muertas durante una sesión de hipnosis.

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