Recordando la infancia

«Siempre recuerdo el largo pelo ondulado de mi madre cuando se inclinó para darme mi cepillo de dientes que se había caído. Pero ella nunca tenía el pelo rizado, y esto nunca pasó».

Todos nosotros hemos experimentado el fenómeno de la memoria falsa. Es cuando nos damos cuenta de que lo que recordamos no fue exactamente lo que pasó o no pasó en absoluto.

La mayoría de la gente piensa en la memoria como un disco duro de computador donde las experiencias están almacenados y pueden ser recuperadas si se quiere e intenta. Sabemos, sin embargo, que esto no es el caso ya que desde la década de 1970 los psicólogos investigadores han examinado el fenómeno de la falsa memoria.

Con los años, utilizando técnicas relacionadas con el poder de la sugestión, se han plantado una gran cantidad de memorias de ficción en la mente de los participantes. Ha habido posesión demoníaca, ataques de perros, incluso reuniones con Bugs Bunny en Disneylandia, que por supuesto no podía ser cierto, porque Bugs Bunny es un personaje de la Warner Brothers. Al final de estos experimentos, muchos de los participantes estaban convencidos de que estos recuerdos eran reales. El modelo ha sido replicado cientos de veces por los investigadores de todo el mundo. La conclusión es que nuestra memoria es altamente susceptible a las influencias externas, ya se trate de las cosas que hemos soñado, o que hemos sido testigos, o que se han absorbido de hermanos o los padres al crecer.

Cuanto antes aceptemos que nuestra memoria está abierta a la interpretación y enmarcada dentro de medias verdades, más pronto podemos establecer una relación crítica con nuestro pasado.

La idea de que la memoria puede ser falible puede parecer negativo, pero no tiene que ser. Esto no significa hacer lagunas en nuestra conciencia o negar todo lo que hemos conocido. Se trata simplemente de una nueva lente para mirar al pasado. Comenzar a tratar el pasado con un escepticismo sano puede ser liberador, incluso catártico. Es más fácil así aceptar que puede haber estado equivocado en algo.

Una lección que esto nos enseña es que es importante preguntarse si lo que recordamos realmente tuvo lugar. Pero la existencia de falsa memoria también exige la consideración de cómo percibimos el futuro. Nuestra capacidad de imaginar el futuro es una de las cosas que distingue a los humanos de otras especies.

Una sugerencia: discutir cinco de sus primeros recuerdos con tu familia y amigos, recordando que sus recuerdos son tan proclives a la distorsión como los tuyos. Discutiendo la memoria de otra persona sobre un evento de la infancia en realidad puede cambiar la tuya. Todo ello forma el tapiz de la narración humana: ¿acaso no sería aburrido que nos contaran una historia tal y como ha ocurrido?

Sergio Valdivia

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