La actitud postergativa (procrastinación) y desarrollar el poder de realización.

He estudiado y guiado durante décadas a cientos de personas de diversas culturas a superar este trastorno del comportamiento que se presenta en diversos grados y que hace la vida difícil, poco productiva y estresante.La solución está en cambiar las conductas y sentimientos hacia las actividades que debemos y que queremos realizar. Esto no es nada de fácil. Sin embargo, con mi método de reprogramación mental (autohipnosis) es extraordinariamente fácil, rápido, definitivo y seguro.

Basta seguir la relajación que se indica en la grabación, dejar la mente relajada que incluso puede parecer que se “duerme”, mientras el inconsciente escucha las afirmaciones positivas que reemplazan a la totalidad de los comportamientos y sentimientos equivocados que provocan la actitud postergativa. Incluso, la misma grabación prepara para evitar postergar el escucharla regularmente para provocar rápidamente una nueva vida de calidad.

¿Qué es la procrastinación o actitud postergativa?

La procrastinación es un complejo trastorno del comportamiento que a todo el mundo nos afecta en mayor o menor medida. Consiste en postergar de forma sistemática aquellas tareas que debemos hacer, que son cruciales para nuestro desarrollo y que son reemplazadas por otras más irrelevantes pero más placenteras de llevar a cabo. Es asumida popularmente como simple «pereza».

Afecta a multitud de perfiles (el ejecutivo que aplaza una y otra vez una reunión porque la prevé conflictiva, el estudiante que aplaza indefinidamente el estudiar para sus exámenes, etc.) y cada vez más se está convirtiendo en un serio de problema que afecta a al salud psicológica de los individuos y, por ende, a la salud social de una comunidad.

Se trata de un trastorno del comportamiento que tiene su raíz en la asociación de la acción a realizar con el cambio, el dolor o la incomodidad (estrés). Éste puede ser psicológico (en la forma de ansiedad o frustración), físico (como el que se experimenta durante actos que requieren trabajo fuerte o ejercicio vigoroso) o intelectual. El término se aplica comúnmente al sentido de ansiedad generado ante una tarea pendiente de concluir. El acto que se pospone puede ser percibido como abrumador, desafiante, inquietante, peligroso, difícil, tedioso o aburrido, es decir, estresante, por lo cual se autojustifica posponerlo a un futuro idealizado, en que lo importante es supeditado a lo urgente.

Mantener la procrastinación trae muchas consecuencias desfavorables

La procrastinación como síndrome que evade responsabilizarse posponiendo tareas a realizar puede llevar al individuo a refugiarse en actividades ajenas a su cometido. La costumbre de posponer, si bien no se ha demostrado cabalmente, puede generar dependencia de diversos elementos externos, tales como navegar en Internet (que puede llevar a una adicción a la computadora, por ejemplo), leer libros, salir de compras, comer compulsivamente o dejarse absorber en exceso por la rutina laboral, entre otras, como pretexto para evadir alguna responsabilidad o decisión.

Este problema de salud no necesariamente está ligado a la depresión o a la baja autoestima. El perfeccionismo extremo o el miedo al fracaso también son factores para posponer, como por ejemplo al no atender una llamada o una cita donde se espera aterrizar ya una decisión.

Hay dos tipos de postergación

Existen dos tipos de individuos que ejecutan esta acción: procrastinadores eventuales y procrastinadores crónicos. Los segundos son los que comúnmente denotan trastornos en los comportamientos antes mencionados.

Por otra parte, el llamado «síndrome del estudiante» (el hecho de que muchos estudiantes pospongan la entrega de sus trabajos hasta el último minuto del día de la fecha límite) está presente, al parecer, también en otros grupos sociales: en las temporadas en las que se acerca la fecha límite para pagar los impuestos (para presentar las declaraciones mensuales o anuales), las oficinas donde se llevan a cabo esos trámites (los bancos, por ejemplo) se saturan de personas que asisten a realizar ese trámite sólo hasta el último momento. Asimismo, se padece procrastinación al coleccionar muchas opciones, como excusa para no decidirse por alguna acción en concreto.

La procrastinación, en particular, es un problema de autorregulación y de organización del tiempo. Su solución consistiría, entre otras cosas, en lograr una adecuada organización del tiempo, concentrándose en realizar las tareas importantes que tienen un plazo de finalización más cercano. Quien pospone o procrastina una decisión, por no sentirse preparado —esperando que todo se resuelva por sí solo— suele aducir que lo hará después «… en cuanto tenga tiempo», con lo que está presentando, en el fondo, una conducta evasiva.

La procrastinación o actitud postergativa y la gestión del tiempo

La procrastinación se manifiesta ante todo como una pésima gestión del tiempo. El procrastinador suele o bien sobrestimar el tiempo que le queda para realizar una tarea, o bien subestimar el tiempo necesario —según sus recursos propios— para realizarla. Éstos son solamente un par de los muchos autoengaños en los que el procrastinador incurre. Una de las actitudes típicas de un perfil determinado de procrastinador es la excesiva autoconfianza., una falsa sensación de autocontrol y seguridad. Por ejemplo, imaginen que se nos da 15 días para presentar un informe. En nuestro fuero interno estamos convencidos que solo necesitaremos 5 días para hacerlo, incluso menos. En ese momento pensamos «hay tiempo de sobra, no es necesario ni siquiera empezar a hacerlo!». Y se posterga día tras otro una tarea que no solamente no nos ilusiona hacer, si no que, en cierta manera «ya hemos terminado» en nuestra mente confiada cuando ni siquiera hemos movido un dedo por ella. Al acercarse el plazo de entrega de forma peligrosa, de repente, nos damos cuenta de que no seremos capaces de cumplir con la tarea que se nos ha asignado. Entonces pensamos «No tengo esto bajo control, ¡no tendré tiempo!» y comenzamos a trabajar en ello de forma atropellada, con una gran carga de estrés.

En ese momento aparece en escena otro autoengaño, y es el aquél de «Sólo bajo presión trabajo bien». Lógicamente, porque realmente ¡no hay otra opción en ese punto!.

Frecuentemente esta actitud y manera de proceder es típica de personas que confían mucho en sus posibilidades. Si, además, es realmente así —la persona tiene realmente esas capacidades— es posible que el final de la historia sea que aquella tarea se entregue en el plazo y con unos resultados óptimos. Esto envía un mensaje aparentemente erróneo al procrastinador («¡mira qué nota he sacado a fin de cuentas!») que observa como ha obtenido una recompensa a su forma estresada de trabajar; por lo que reiterará en su conducta, aunque ésta siempre le traiga ansiedad y problemas en general.

La actitud postergativa o procrastinación tiene rápida solucion con mi guía

Con esta grabación de programación mental tienes un gran apoyo para ir remodelando tus pensameintos y actitudes ante la vida. Automáticamente comenzarás a ser diferente y estarás con mucha motivación y entusiasmo para ponerte rápidamente en acción.

Sergio Valdivia C.

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